¿Ganará la paella o el arroz con cosas?
- Alba
- 1 mar 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 mar 2022
La obra de teatro ha colgado el cartel de sold out en todas sus funciones

Carles Juan. València.
Era un sábado corriente en pleno centro de Valencia. En concreto el conocido barrio de Ruzafa. El destino, la calle Denia número 55. Allí, la disimulada puerta de la Sala Russafa: el cartel superior negro con el nombre de la sala, la misteriosa puerta negra de madera desgastada por el tiempo de la entrada con pintura negra cuarteada y, a ambos lados, cárteles que anunciaban La Fallera Calavera, l’obra teatral. En la entrada había 15 personas esperando impacientes para validar su entrada QR y tomar asiento. Todas querían disfrutar del nuevo show del aclamado juego de cartas con el mismo nombre que la obra.
«Como hacen en Japón con el manga», son las palabras de Enric Aguilar para reivindicar el uso del folclore propio de la Comunitat. La Fallera Calavera es por derecho propio uno de los juegos con sello valenciano que más ha influido en el territorio, tanto en la Generación Z como en los más mayores. Esta importancia de la baraja, es la causante de que los asistentes colgaran el cartel de “entrades esgotades” un sábado durante los dos pases de la obra. Una vez pasabas la puerta principal, un gran pasillo en el que tras andar unos metros encontrabas un gran cartel de la obra en el que los asistentes inmortalizaban aquel instante. Al entrar en la sala, un patio de butacas de color negro lleno hasta arriba y con una especie de neblina que acentuaba el ambiente tétrico de la obra. En la parte delantera, un escenario que daba algunas pistas de lo que esperaba a todos los espectadores: cinco lápidas de cartón piedra repartidas por todo el escenario, encima una luna con el logo del juego. El humo artificial inundaba el escenario de La Fallera Calavera.
Una vez empezó la representación unos minutos tarde y una voz en off grave y profunda empezó con su guion, los presenten miraban con atención y curiosidad, los actores ofrecían un show lleno de diálogos picarescos y canciones propias, bailes sencillos y muy coreografiados y un vestuario tradicional muy vistoso. Entre estos outfits: un traje de fallera descompuesto, un traje con falda rojo intenso para una alcaldesa mítica, un conjunto rockero de dos piezas hecho de cuero y látex negro para Ximo Bayo, o una chaqueta de purpurina brillante rosa para Joan Monleón. El guion arrancaba las risas descontroladas de todos los allí presentes. Era reír o reír. Entre los monólogos y conversaciones de los descarados personajes destacaron chistes sobre un amplio abanico de tópicos muy conocidos dentro de la cultura valenciana, como las fallas o la magdalena. El humor y talento de los actores se sintió en cada minuto de los aproximadamente 90 que duró la obra.
La Fallera Calavera, finaliza con “un ataque culinario entre la paella rusa de El show de Joan Monleón y Masterchef”, según Eduard Costa, guionista. El público es partícipe durante toda la obra, pero sobre todo en el final en el momento de cocinar una paella. El resultado es un espectáculo único que no deja apático a nadie, ya que seas de Castellón, Valencia o Alicante, reconoces a los personajes y folclore de la Comunitat.
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